martes, 24 de abril de 2012

La inacabable siesta de tu operación

Llegó la hora señalada, al pensarlo los propios segundos y minutos huían del infortunio, había que estar allí, una hermana lejos de la otra, esas distancias que achican el estómago y dilatan los miedos para que el alma tirite.
Una vez mas subía el telón y los papeles estaban repartidos, no había libretos sólo improvisaciones que acechaban cual cuervos enfermos. En esa siesta ignominiosa una hermana miraba desde la inerte ventana aquellos árboles bailando frenéticamente al ritmo del estruendo, como rogando que no se apaguen las luces. Pedía ella,  no dejarse perturbar por los negros vaticinios de la orquesta del viento, de no sucumbir ante los relámpagos de mal aguero y que quizá cada cuarto de agua caído venía a enjugar su apabullado espíritu.
En verdad no se podía pensar, las neuronas empantanadas en el estiércol del miedo y la parálisis, todo, todo se diluía en ese páramo desierto.
Y del otro lado de la ciudad, unas 30 calles hacia la frontera del todo y la nada, yacía inmóvil la otra hermana, como quien eleva plegarias antes de enfrentar a los demonios. Como quien llama lista a sus ángeles cuidadores.
No se piense que las ingratitudes de la vida y las hieles del infortunio sólo bañan a los débiles, Ah no!
Hay contiendas que sólo las libran los que tienen las entrañas de hierro y allí estaba una vez más, la hermana fuerte, con las falanges de su alma aplacando a los jinetes de la agonía, bordeando taciturna los precipicios de la aflicción.
 Podría apostar que ambas se habrán encontrado en algún éter, se habrán fundido en abrazos y besos, esos que se dan sólo aquellos que han recorrido juntos los mas callosos caminos, esos que se quieren aún extraviados en los confines del infierno.
En esas burbujas silentes y pesadas se desparramaron las casi cinco horas mas largas para estas dos hermanas, una queriéndola del otro lado de la fría ventana y la otra despertando mas alada y enaltecida que de costumbre, sonriendo y transluciendo su alma clara, su corazón bravío y su estirpe de gladiadora.

P.D.: Para Yasmín, mi hermana, la fuerte, la que con sus grandes pasos ha salido de las cuestiones mas dolorosas que muchos ni siquiera podemos imaginar, por que antes que caerse y olvidarse ella sigue cantando y bailando con la vida. Con amor, tu hemanita.