Habían pasado dos años, y las cosas ya se pusieron muy serias.
Era lo que el anhelaba, pero no estaba muy seguro de que éste era el
momento.
Analizando la situación daban puros saldos positivos, ella era una
chica muy linda, trabajadora, inteligente, con un buen cargo e independiente,
como son ahora todas las chicas.
El por su lado estaba en una edad ideal, cargo y sueldo interesantes,
generaba en las mujeres, y lo sabía, esa pregunta tan femenina
por definición; y este porque todavía no se casó? y esa
sola sensación lo llenaba de morbo, le insuflaba el ego.
Julito era un tipo bien parecido, digamos que
Natura había sido generosa; alto, de buena pinta y con ciertas dotes
musicales que encubrían su anónima timidez y le
generaba rédito de ganador.
En sus mejores épocas había sido un cazador furtivo pero
silencioso y metódico. Nada de pasarse de boca, nada de contarles a los
perros y fanfarronear con cada conquista, lo suyo era el perfil bajo, la eterna
duda. La pregunta inconclusa. Sus congéneres lo acusaban de
"fino" y las tipas se maravillaban con su "sensibilidad"
y así en esa dicotomía, el disfrutaba a mares,
su reputación le antecedía y en los submundos les
esperaban sus huestes.
El acercarse cada día más a ese momento definitivo le generaba cierta
ansiedad que últimamente ni los cigarrillos ni unas horas con la
guitarra podían calmar.
Las noches eran complicadas, el insomnio estaba mechado de imágenes de
el y su novia viajando, comprando una casa, teniendo un hijo, volviendo a
viajar, otro hijo y se ponía de costado, sacaba la almohada, respiraba pesado,
miraba el celular, giraba hacia el otro lado y la puta madre, aparecía
ella; sus piernas, su boca, sus ojos que pedían desesperadamente.
Y se veía jurando una última vez. Una despedida y nunca más, juro,
juro!!!
Y en su cabeza el placer asfixiaba a la culpa.
Ay Julito! en serio sufría, no era un mal tipo, él quería siempre hacer
todo lo correcto, pero tiempo atrás aprendió que la delgada
línea entre el bien y el mal es imaginaria, que cada uno la mueve para donde
mierda le convenga. Sabía que los debates morales eran de cafés y
copetines.
En la vida de verdad uno va, avanza, pone el pecho, entra al súper y
elige la mejor tira de asado, no te llevas la colita cuadril porque eso es para
pelotudos alegres que no saben un carajo del asado, que no quieren arriesgarse
y mueren por quedar bien con todos. Y en ese ritual de mirar la tira, darla
vuelta, pasarle los dedos para calcular los porcentajes exactos entre la carne
y la grasa, escrutar el tamaño de los huesitos con la pericia de un
maestro de obras. Es una técnica, bah! que una técnica, es un arte y
cuando uno conoce el secreto, no puede de un día a otro olvidar todo y volverse
vegetariano. Es un sacrilegio!
Nuestro amigo se había decidido, había que ir a los bifes y después
concentrarse.
La tipa que últimamente se le colaba en la cabeza era por definición una
jodida, de esas canallas que manejan el arte aún sin haber hecho un maldito
asado en su vida. Es un don. Son pocos y cuando se juntan se desequilibra el
mundo.
Se despierta esa mañana, se baña con la displicencia del ganador, se
mira al espejo lleno de vapor, mira de un lado, gira la cabeza, se pasa la mano
del otro lado, la barba crecida de tres o cuatro días. Sonríe. Se deja la
barba. Se viste. Se tira medio litro de perfume. Antes de salir se mira al
espejo y vuelve a sonreír.
Julito es un capo, sube al auto y va a exorcizarse. Un hombre no rehúye
a su futuro pero si puede posponerlo unas horitas, lo congela, corre la línea, hace
lo que tiene que hacer y vuelve a los pasos.
La última vez, juro por mi madre!
Andá, andá Julito y déjate de joder!!!
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