martes, 14 de febrero de 2012

Felíz Sin Valentín!


Busco dueña/o!


Mercadito valentinesco de Luque




Asociación de Osos Amorosos!

Yo se que una diatriba contra el día de los enamorados no seria algo muy popular ni de bienquerida, pero voy a esbozar  una pequeñísima idea muy sutilmente para no herir susceptibilidades.
El amor en si es un mecanismo que nos dio la naturaleza para procrear, trascender, perpetuarnos, o si somos muyyyy romanticones es un sentimiento que nos une para poder llegar a la completud. Creo que cada uno debe darle la definición que mas le valga, es innegable el poder que tiene y los siglos de cantos, poemas, odas, obras teatrales, piezas musicales y monumentos que el ser humano le ha dedicado lo hacen único.
Lo folclórico en sí es todo lo que gira en torno a el, ese día creado para alegrar a muchos y afligir a otros.
No voy a dármelas de "yogui" ni de "superada" y olvidar los estragos que alguna vez causaron en mi San Valentín y toda la parafernalia amatoria de días previos.
Quizá alguna pueda saberse en este post.
Cuando se asomaba febrero y me encontraba #foreveralone decaían mis ánimos y en proporción inversa crecían mis fantasías rosas de índole claramente cursimasoquista: en todas, estaba yo corriendo por los prados verdes de la mano con un apasionado jovencito, ambos nos balanceábamos en cámara lenta, fusionando nuestras miradas, vestía una ridícula aldeana floreadita (si los 90 fueron tuyos seguramente habrás lucido una así) y levitaban corazones henchidos de pasión entre mi príncipe lúdico y yo. Tal era la crueldad con que mi ninguneado corazón protestaba que se retorcía en espasmos mentales infectándome con estos sueños dignos de Corín Tellado y con música de fondo del  mismísimo Montaner !Grrrrrrrrr  
Recuerdo que era tanto lo que buscaba al esquivo querubín de rizos dorados y flecha mágica, que a donde iba habían parejas melosas y pegoteadas, hundidas en intensos besos franceses, y sin mencionar las demostraciones caninas en las plazas, elijo a los perros por ser estos los mas desfachatados y exhibicionistas a la hora del querer. 
Todas mis amigas haciendo reservas de restaurantes una semana antes! Novias y esposas cual autómatas enardecidas llamando sin cesar para asegurar ese metro cuadrado a la luz de las velas, donde seguramente sus codos y los del amado iban a chocarse con los de la mesa continua, donde probablemente los pobres mozos (amadores repatriados) les traerían luego de una esquizofrénica espera, el plato frío y sin sal, pero  nada que un buen chardonnay o un espumante no podrían diluir en golosa efervescencia.     
Mi espíritu libertario iba navegando en aguas turbias, era cuestión de horas y podría sucumbir a la tentación de desempolvar antiguos romances que me secuestren del infortunio y me devuelvan la dignidad. 
Todo ese exquisito universo emocional, tutelado y cultivado laboriosamente los once meses anteriores, se veía amenazado por un enemigo imaginario pero implacable, una obsesión innegociable: recibir titánicos y exóticos ramos florales frente a las miradas atónitas de tus compañeras de oficina o vecinas, con misivas chorreando miel, o inexpresivos y regordetes felpudos en XXL, luego desfilar con tu adonis por el mejor restaurante para al final terminar la noche en una frenética revolcada amorosa, eso si, en un espacio etéreo, que conjugue buena decoración, sabanas blancas impolutas ahh; música y luz: tenues!
 Uhhhhh cuanto estrés! Y eso descontando que ahora todo va a parar al facebook (que es el patrocinador exclusivo de los momentos felices en el universo, si no subís al Facebook: No Cuenta!)
Así habré pasado unos cuantos san valentines, exiliada del mundo romántico, con los cachetes pegados a los vidrios, ansiando beber el néctar de los dichosos comensales del restaurant del corazón.
Hasta que, al ir plantándome en este mundo, al haber echado raíces y dado mis frutos, al haber querido a muchos y no haber querido a nadie, al haber perdido amores y al haber ganado amigos fui asimilando lo sublime de la simplicidad, lo inmenso del que viaja ligero, lo cálido del paraje manso.
Amando a quien deseemos, sin fechas que nos encajonen, ni publicidades que nos recomienden "que y como sentir", ni sorteos que nos sobornen las emociones.
Plenos, auténticos, enamorados, de otro o de nosotros mismos, o de nuestros hijos, o de nuestros padres, o de nuestras mascotas, o de nuestras carreras, no hay reglas, ni estaciones, ni requisitos mas que sentir eso que nace y muere sin etiquetas, libre, puro y real!
Feliz Sin Valentín!     

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