miércoles, 5 de diciembre de 2012

El Niño Indio


Ojos de niño indio, pozos vacíos, profundos, aletargados, ilusiones craqueladas con tierra, hules y restos  de nada.
Manos de niño indio, trémulas,  áridas de sueños, en cada pliegue de vida reposan las almas de sus ancestros, bajo sus terrosas uñas lloran las penas del día sin sol.
Entrañas de  niño indio, jugos que se retuercen en espasmos de una casa deshabitada, paredes mirríadas  y descoloridas que tanto en tanto degluten alguna que otra esponjosa ilusión de harina de maíz.
Pies de niño indio, abroquelados en el lacerante asfalto, cada mañana saltitean ansiosos entre nuestras prisas y nuestra indolente felicidad.
Corazón de niño indio, tostado por fuera, diáfano por dentro, ríe, palpita, sueña, llora y sangra sus amarguras por vivir y morir en un tiempo sin indios…

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