domingo, 16 de diciembre de 2012

Crónica de una Pasión Abrumadora

Cada mañana iba ella por el mismo camino, las mismas casas que se perdían en fila a sus espaldas,el quiosco que se achicaba a lo lejos, la cafetería humeante y abarrotada de tazas semi vacías y gente de pasos rápidos. Y a lado de ella, el único shopingg de la zona.
Siempre sus ojos celebraban tanto bufete que elegir, se devoraban ansiosos, carteras, zapatos,cajas estridentes y seductoras de perfumes franceses pero con efluvios mágicos.
Mientras los pies marcaban cual zombies el camino a la oficina, la vista se esparcía dicharachera sobre letreros, pájaros,vidrieras, autos intoxicantes, caras sin nombres y en uno que otro felino hurgando en bolsas y cajas callejeras.
Ese día fue distinto, cuando levantó la mirada, al instante sus ojos se eclipsaron y sus pupilas se abrieron como para tragarse a la luna.
Estaba ahí, perfecto, impoluto, moldeado a mano por los mismísimos ángeles. Ella sentía que todo su ser se erizaba hechizado y se contenía intensamente para no correr a el, ahogarlo en sus brazos.
El permanecía indiferente, impertérrito y con la soberbia de quienes disfrutan de las mieles de la perfección.
Pensó que lo amaba, no podría encontrar otra definición mas justa a aquello que lo expulsaba de esa mañana apacible y aburrida y que casi por asalto la había perturbado tanto.Ya antes, pasiones antojadizas la habían abrumado, pero nunca con tanto frenesí.
Debía actuar, se sentía impelida hacia el, dio unos pasos determinados, se refregaba ansiosa las manos húmedas y latentes, trago saliva, lo observo a través del vidrio, las exhalaciones empañaban la vista, ella podía olerlo, podía oír ese zumbido endemoniado que la automatizaba , toda ella, gimoteaba pasión.
Lo volvió a mirar, sera mío  se cantó a si misma, empujo la pesada puerta transparente y con las agallas de quien viene a llevarse algo suyo por antonomasia, exclamo:
- Señorita, quiero ese zapato rojo en 37!


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