Si sos mujer y naciste en Paraguay, de chica te habrán dicho; así no más es, la mujer ko sufre no más luego. Recuerdo haber implorado muchas veces a mimí que me vuelva varoncito, y conste que en mí casa era puro matriarcado y ya se respiraban aires de igualdad de género.
Aún así
todo el entorno te recita cuan tortuoso será el camino de las hijas de esa Eva impulsiva que No se pudo aguantar y sácate! nos jodió al rollo.
Empezando con la menstruación, el parto (que convengamos hoy casi son puras cesáreas programadas a pedido de los padres que quieren hacer coincidir la llegada del benjamín con el aniversario de casados, bueehh) seguimos las penurias con las depilaciones, los drenajes linfáticos, los electrodos, las horas de gym, los tacos 15, las duchas solares (que están creando una nueva raza; las marrón chocolate flúor, mamita) a eso sumale que queremos ser libres, independientes, auto suficientes competitivas y si somos madres, cada aplazo en la libreta de un hijo es como un latigazo a la complicada autoestima femenina.
Nos subimos al pony de la Wonder woman, a algunas les subieron (?)
Aquellas luchadoras que iniciaron el movimiento de liberación femenina, a finales del 1800, jamás se hubiesen imaginado ver a sus hijas de hoy sufriendo los excesos de la libertad.
Nada grave, nada que el abrazo de un ser querido, una charla de amigas o una sesión de terapia no pueda paliar.
Empezando con la menstruación, el parto (que convengamos hoy casi son puras cesáreas programadas a pedido de los padres que quieren hacer coincidir la llegada del benjamín con el aniversario de casados, bueehh) seguimos las penurias con las depilaciones, los drenajes linfáticos, los electrodos, las horas de gym, los tacos 15, las duchas solares (que están creando una nueva raza; las marrón chocolate flúor, mamita) a eso sumale que queremos ser libres, independientes, auto suficientes competitivas y si somos madres, cada aplazo en la libreta de un hijo es como un latigazo a la complicada autoestima femenina.
Nos subimos al pony de la Wonder woman, a algunas les subieron (?)
Aquellas luchadoras que iniciaron el movimiento de liberación femenina, a finales del 1800, jamás se hubiesen imaginado ver a sus hijas de hoy sufriendo los excesos de la libertad.
Nada grave, nada que el abrazo de un ser querido, una charla de amigas o una sesión de terapia no pueda paliar.
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