Por literatura entendemos como el arte que utiliza la palabra como su razón de ser, buscando la exaltación y la perfección de la más noble y primaria forma de comunicación. Ella a través del tiempo como gran testigo de la evolución del hombre.
Desde la antigüedad hasta nuestros días es quizá la más pura mensajera de aquello que llamamos cultura.
Y como expresión del ingenio humano o como transcripción letrada del alma que lo escribe debemos suponer que ella queda definida, sellada por su mentor. Dicho esto deberíamos preguntarnos si la división primigenia del género humano, en masculino y femenino, ha podido influir en las grandes obras de la historia?
Como un fenómeno ya instalado, el feminismo reclama y gana sus espacios, el mundo machista se ha ido rindiendo a los pies de estas Amazonas post modernas que sedujeron y doblegaron los grandes bastiones económicos y políticos. Es la literatura parte de esta conquista rabiosa? con menos ímpetu que en las multinacionales pero también han tomado las plumas, las han teñido , las han hecho suyas.
Podemos entonces afirmar que existe una literatura exclusiva y particularísima cuya esencia solo las hijas de Eva la captamos en su totalidad, podemos afirmar que las plumas exudan progesterona?
Una vez comprobadas científicamente las características inherentes a cada género, desde lo biológico hasta lo psicológico planteamos que si bien no existe una literatura propiamente femenina, encontramos si, elementos que las hacen diferentes de las empuñadas por manos viriles. Empezando por los temas elegidos, la visión de los hechos que tiene una mujer está marcada por sus peculiaridades de género, por su ideal colectivo de mujer del que no puede substraerse.
Tomemos como ejemplo a "Cien Años de Soledad" obra cumbre de la literatura universal escrita por García Marquez y por otro lado a "La Casa de los Espíritus" de Isabel Allende, ambas novelas dignas representantes del realismo mágico; la primera hace énfasis en la historia fantástica y visceral de varias generaciones y la segunda que también se centra en una historia familiar construye sus personajes femeninos con una sensibilidad única y dándole un perceptible encono emocional.
Sin ánimo de hacer un juicio entre una obra y otra, la idea es exponer cómo en circunstancias similares; historia, corriente literaria y personajes fantásticos, podemos percibir aquello que en esencia distingue el género de la pluma por la construcción de la misma.
Todavía hoy la mujer tiene deudas con la literatura o quizá esta la tenga con las mujeres. Será cuestión de ir madurando en este arte tan sublime y reivindicarnos para que la literatura no sea femenina o masculina sino un legado cultural que siendo un todo no pierda la esencia de las partes que la crean.
lunes, 14 de octubre de 2013
viernes, 11 de octubre de 2013
Si, muero. No, vivo.
Decir que Si mueve al mundo en su órbita, decir que No, lo sacude, nos hace experimentar espasmos desde la periferia.
Decir que Si nos vuelve dulces, obedientes, predecibles, decir que No nos abre puertas y ventanas; nos deja volar a mundos con matices, sin absolutos.
Diciendo Si se tienen hijos, diciendo No se es hija y madre de una misma.
Con un Si se es mitad toda la vida y con un No se es una misma por instantes eternos.
Cuando digo Si sigo las huellas del mundo y cuando digo No borro las pisadas con mis manos y bailo al ritmo de mis errores.
Aunque mis Si son el camino correcto, celebro extraviándome en los tugurios del ser, adoptando el No como feligresía.
Si, muero. No, vivo.
Ilustración de Seiichi Hayashi
Dora la Pecadora
Dora había adoptado la jardinería como un hobby, y como todo en su vida era pasional, fue obsesionándose con sus gardenias, las temporadas de azaleas la ponían de muy buen humor. Tomó cursos de tipos de abono y todo eso dentro de la vorágine de su propia vida, siempre había un tiempo para matizar alguna rosa o podar la enramada. Esa mañana se despidió de sus hijos y de su marido rumbo a una exposición de orquidarios. Cosa del destino que la expo Orquídeas 2013 fue suspendida por motivos de fuerza mayor y se tuvo que volver. No la esperaban tan pronto, llegó y en silencio entró a su casa; cruzó la sala y al llegar a su dormitorio vio a su marido con una mujer desconocida. Ellos no la vieron, fue casi levitando al depósito del fondo tomó las herramientas y en su lecho nupcial hizo lo que sabía hacer. Pasó todo tan rápido, metió las sábanas y alfombras al lavarropas y en el lugar de las gardenias quedaron sepultadas sus penas. De eso hacen cinco años; Dora y sus hijos siguen esperando a su marido que los abandonó. Pobre Dora, la pecadora.
Imagen de Kelly Reemsten
Imagen de Kelly Reemsten
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