lunes, 14 de octubre de 2013

Existe la literatura femenina?

Por literatura entendemos como el arte que utiliza la palabra como su razón de ser, buscando la exaltación y la perfección de la más noble y primaria forma de comunicación. Ella a través del tiempo como gran testigo de la evolución del hombre.
Desde la antigüedad hasta nuestros días es quizá la más pura mensajera de aquello que llamamos cultura.
Y como expresión del ingenio humano o como transcripción letrada del alma que lo escribe debemos suponer que ella queda definida, sellada por su mentor. Dicho esto deberíamos preguntarnos si la división primigenia del género humano, en masculino y femenino, ha podido influir en las grandes obras de la historia?
Como un fenómeno ya instalado, el feminismo reclama y gana sus espacios, el mundo machista se ha ido rindiendo a los pies de estas Amazonas post modernas que sedujeron y doblegaron los grandes bastiones económicos y políticos. Es la literatura parte de esta conquista rabiosa? con menos ímpetu que en las multinacionales pero también han tomado las plumas, las han teñido , las han hecho suyas.
Podemos entonces afirmar que existe una literatura exclusiva y particularísima cuya esencia solo las hijas de Eva la captamos en su totalidad, podemos afirmar que las plumas exudan progesterona?
Una vez comprobadas científicamente las características inherentes a cada género, desde lo biológico hasta lo psicológico planteamos que si bien no existe una literatura propiamente femenina, encontramos si, elementos que las hacen diferentes de las empuñadas por manos viriles. Empezando por los temas elegidos, la visión de los hechos que tiene una mujer está marcada por sus peculiaridades de género, por su ideal colectivo de mujer del que no puede substraerse.
Tomemos como ejemplo a "Cien Años de Soledad" obra cumbre de la literatura universal escrita por García Marquez y por otro lado a "La Casa de los Espíritus" de Isabel Allende, ambas novelas dignas representantes del realismo mágico; la primera hace énfasis en la historia fantástica y visceral de varias generaciones y la segunda que también se centra en una historia familiar construye sus personajes femeninos con una sensibilidad única y dándole un perceptible encono emocional.
Sin ánimo de hacer un juicio entre una obra y otra, la idea es exponer cómo en circunstancias similares; historia, corriente literaria y personajes fantásticos, podemos percibir aquello que en esencia distingue el género de la pluma por la construcción de la misma.
Todavía hoy la mujer tiene deudas con la literatura o quizá esta la tenga con las mujeres. Será cuestión de ir madurando en este arte tan sublime y reivindicarnos para que la literatura no sea femenina o masculina sino un legado cultural que siendo un todo no pierda la esencia de las partes que la crean.

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