Dora había adoptado la jardinería como un hobby, y como todo en su vida era pasional, fue obsesionándose con sus gardenias, las temporadas de azaleas la ponían de muy buen humor. Tomó cursos de tipos de abono y todo eso dentro de la vorágine de su propia vida, siempre había un tiempo para matizar alguna rosa o podar la enramada. Esa mañana se despidió de sus hijos y de su marido rumbo a una exposición de orquidarios. Cosa del destino que la expo Orquídeas 2013 fue suspendida por motivos de fuerza mayor y se tuvo que volver. No la esperaban tan pronto, llegó y en silencio entró a su casa; cruzó la sala y al llegar a su dormitorio vio a su marido con una mujer desconocida. Ellos no la vieron, fue casi levitando al depósito del fondo tomó las herramientas y en su lecho nupcial hizo lo que sabía hacer. Pasó todo tan rápido, metió las sábanas y alfombras al lavarropas y en el lugar de las gardenias quedaron sepultadas sus penas. De eso hacen cinco años; Dora y sus hijos siguen esperando a su marido que los abandonó. Pobre Dora, la pecadora.
Imagen de Kelly Reemsten
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