viernes, 11 de octubre de 2013

Si, muero. No, vivo.



Decir que Si mueve al mundo en su órbita, decir que No, lo sacude, nos hace experimentar espasmos desde la periferia. 
Decir que Si nos vuelve dulces, obedientes, predecibles, decir que No nos abre puertas y ventanas; nos deja volar a mundos con matices, sin absolutos. 
Diciendo Si se tienen hijos, diciendo No se es hija y madre de una misma. 
Con un Si se es mitad toda la vida y con un No se es una misma por instantes eternos. 
Cuando digo Si sigo las huellas del mundo y cuando digo No borro las pisadas con mis manos y bailo al ritmo de mis errores. 
Aunque mis Si son el camino correcto, celebro extraviándome en los tugurios del ser, adoptando el No como feligresía. 
Si, muero. No, vivo.

Ilustración de Seiichi Hayashi
                                                                                                                                                                 

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